Pareciera que la crisis ha llegado a todos lados, todos los ámbitos y todas las clases. Por todas partes vemos con rostro horrorizados a empresarios, grandes, medianos y pequeños, trabajadores formales e informales, que no saben con certeza hacia dónde nos llevará y cómo poder salir de esta pequeña debacle económica creada por los grandes poderes económicos mundiales. Sin embargo, como en toda crisis hay grandes oportunidades y el cine no se queda atrás. Ya durante la gran depresión en Estados Unidos el cine tomó auge y sirvió de catalizador para aquellos que querían ver algo distinto, divertirse o reflexionar, en una época de profunda incertidumbre. Una época de gran creatividad que sirvió para el surgimiento de nuevos géneros cinematográficos y aumentar la asistencia de público a las salas.
Ese momento puede ser el que nuestra región y el mundo estén viviendo. Por varios lados se escuchan proyectos que se están planificando, preparando y rodando. Así que algo muy particular debe estar sucediendo, porque el arte y el cine, no han descansado e incluso su producción ha aumentado, quizás por la misma necesidad de expresarse, ahora que no hay límites para la expresión personal y del colectivo.
¿Es este entonces un momento para invertir en cine? Podríamos decir que en un momento en que las inversiones e inversionistas necesitan de nuevos mercados y productos novedosos para ver resultados, el audiovisual puede ser una respuesta concreta.
Talvés haya llegado el momento de tomarnos el cine y el audiovisual de manera más conciente y dejar atrás la concepción de hacer cine, por hacerlo. Hay que crear y hacer cine para que otros los vean. Buscar los mercados es nuestro reto.
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